sábado, 21 de agosto de 2010

Amor y Matrimonio - Parte 2

Smith Wigglesworth. un hombre podero-samente usado por Dios dijo: "Después de Dios, todo lo que soy en mi ministerio se lo debo a mi esposa." Y siguió contando que cuando era un plomero exitoso en Inglaterra, haciéndose próspero al arreglar las viejas mansiones y casas allí, algunas veces trabajaba siete días por semana. Dice que se enfrió en su espíritu, y realmente se volvió hacia atrás.

Ahora, cuando usted se echa hacia atrás y no anda en comunión con Dios, no está interesado en las cosas de Dios. Y cuando alguien lo está, le trae convicción a usted.

"Vas mucho a la iglesia," le dijo a su esposa.

"No puedes ir más. Conozco suficiente sobre la Biblia para saber que el hombre es la cabeza de la mujer. Debes obedecerme. Y yo dije, 'no irás a la iglesia,' así que no irás más."

Ella sonrió dulcemente y dijo: "Ahora, Smith. tú eres la cabeza de este hogar, y eres mi esposo. Lo que digas en esta casa se hace. Y sabes tanto como yo que yo no te descuido a ti o a los niños, o la casa en ninguna forma. Pero tú no eres mi Señor. Jesús es mi Señor. Y la Biblia nos dice que no dejemos de congregarnos. La Biblia me dice que vaya a la iglesia y yo voy a ir."

"Bueno," relató él, "Yo rabiaba y protestaba y prácticamente maldecía. Y finalmente un día le dije: "Si vas esta noche—te dejaré afuera." Pero ella fue—y la dejé afuera. Ella no tenía la llave de la casa y no pudo entrar. A la mañana siguiente bajé, abrí la puerta de atrás, y ahí estaba, toda envuelta en su abrigo, arecostada de espalda contra la puerta. Había estado ahí toda la noche. Cuando abrí la puerta, casi cae dentro de la cocina. Pero ella saltó, sonrió y dijo: '¿Bueno, cariño, cómo estás esta mañana?'

Ella fue tan amable y dulce, pero me hubiera sentido mejor si se hubiera enojado conmigo. Pero no lo hizo. Sólo preguntó: '¿Qué quieres para el desayuno?' Y me preparó mi desayuno favorito.
"Está bien, está bien," le dije, "Estoy equivocado."

"Ella tan sólo me mostró el amor de Dios.

Pero al mismo tiempo se mantuvo firme. Si ella hubiera dejado la iglesia y me hubiera seguido a mí, ambos estaríamos en problemas."

Lo he visto ocurrir. En los 12 años que he sido pastor he oído a mujeres decir: "Mi esposo no quiere que venga a la iglesia. En vez quiere que vaya aquí y haga tal y cual. Yo pensé que quizá lo gane." Y vi a esas mujeres hecharse hacia atrás con sus esposos. Con el tiempo, algunas regre¬saron a tener comunión con Dios, pero no recuer¬do a ninguna de quien su esposo fue salvado.

Pero por otro lado, recuerdo a muchas mu¬jeres fieles en esas iglesias, quienes tenían a matones por esposos que les habían prohibido venir a la iglesia.

Una mujer en particular, tuvo un tiempo terrible. Pero si usted necesitaba inspiración, y si estaba tratando de predicar y el culto parecía muerto—todo lo que tenía que hacer era mirarla a ella, y le inspiraría a predicar. Su rostro siempre resplandecía como una señal de neón.
Una noche mi esposa me dijo: "¿Cariño, notaste los pies de la hermana María?"

"No, no los noté. ¿Había algo malo?"

"Bueno," ella dijo. "Es que tenía solo galochas puestas." ¡Galochas! No ha llovido en un mes. ¿Por qué estaba usando sus galochas!" "Joe no quería que ella viniera a la iglesia. El estaba enojado y le escondió sus zapatos."

El creyó que si le escondía sus zapatos, ella no iría. Pero ella se puso sus galochas y siguió adelante. Estoy seguro que si él le hubiera botado las galochas, ella hubiera venido descalza.
Ella era una mujer mansa, pero la recuerdo diciéndome: "No lo quiero dominar en ninguna forma. El es mi esposo y lo respeto. El es el padre de mis hijos y yo les enseño a respetarlo. Pero él no está tomando el lugar que debe tomar. No está interesado en las cosas de Dios, y no viene a la iglesia. Parece que yo tendré que tomar la iniciativa. ¿Hago mal?"

"No," le dije, "No hace mal. Está haciendo lo correcto."


Se mantuvo firme. Después me contó como le había dicho: "Joe, no estoy tratando de quitarte autoridad. Pero yo voy a mantener a estos niños en la escuela dominical y en la iglesia. Si te siguieran a ti estarían apostando y tomando. Y otra cosa, debemos orar en la mesa. Nos sentamos y empezamos a comer como cerdos. Antes de que comamos, voy a orar."
Ella no le preguntó si podía—ella dijo: "Lo voy ha hacer." Y en la próxima comida, ella lo hizo.

Uno de los niños se fijó y le dijo:

"Mamá, Papi estaba allí sentado con una mirada perpleja expresando enojo." Pero, después de unas cuantas veces, empezó a inclinar su cabeza y a cerrar sus ojos junto con ellos.

Luego me contó que ella le dijo: "Joe, deberíamos leer la Biblia en este hogar, y debes ser tú el que lo haga. Pero no lo estás haciendo, así que antes de que nos acostemos cada noche, voy a leer un capítulo y a orar con los niños. Si estás aquí, deberías tener suficiente respeto hacia mí y los niños para sentarte y escuchar."

Ella dijo que algunas veces escuchaba. Pero al principio, cuando ella y los niños se arrodillaban para orar, él se quedaba sentado. Después de un tiempo, se levantaba de su silla y se arrodillaba también.

¡Gracias a Dios ella defendió su posición! Hasta donde yo sé, cada uno de sus niños era un cristiano. Y alguien me dijo que Joe se salvó cuando tenía cerca de sesenta años.

¡Usted nunca lo logrará, comprometiéndose con el diablo en ninguna forma!

Necesitamos un cierto equilibrio en estas áreas. Un esposo no puede revocar ninguno de los mandamientos del Señor. El no es Señor sobre la conciencia de su esposa—el Señor Jesucristo lo es.

Una esposa debe ser sincera en sus creencias aún, si es necesario, al costo de perder a su esposo si él no tolera su devoción a Cristo.

Es una tragedia lo que ocurre en nuestros días. Los hogares de ministros están siendo destruidos, l^a Biblia dice: "Las casadas estén sujetas a sus propios maridos..." Los hogares son destruidos porque un esposo o esposa se ha adaptado a sí misma al esposo o esposa de otra persona.

¡Necesitamos orar los unos por los otros!

Necesitamos adherimos a la Palabra de Dios en estos asuntos.

Efesios 5:33 es una escritura clave para las esposas. Le ayudará a cualquier mujer a hacer de un hombre lo que él debería ser en Dios. Es el arma más poderosa disponible a la mujer de hoy. Dice: Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido,—que le preste atención, lo considere, lo honre, lo prefiera, lo venere y estime; y que le obedezca a él, alabe, y ame y admire sobremanera.

Los hombres sólo son niños en cuerpos grande. ¡Aprecian el ser notados!

Esto dice que una esposa debe honrar y respetar a su esposo. No hay nada más desdeñoso que una mujer avergonzando a un hombre en público. Ella debe hacerle reverencia a él como al representante de Dios en el hogar. ¡Ella debe demostrar respeto!

No hable de los malos rasgos de su esposo. ¡Usted lo va a convertir exactamente en lo que usted dice que él es! Estímelo, respételo, préstele atención, hónrelo, prefiéralo y elogíelo. ¡¡¡Alábelo, ámelo y admírelo sobremanera!!!

¡Dios conoce mejor a la mujer y al hombre porque El los creó!

2 comentarios:

  1. Gracias Pastor excelente enseñanza, creo que debemos orar por los matrimonios de la iglesia de Jesucristo, es necesario que aprendamos a cuidar nuestros matrimonios sin olvidarnos que es Cristo la roca que sostiene nuestras vidas. Padre oro por cada matrimonio que esta constituido en tu iglesia para que sigas siendo su sostén, su llama encendida y la fuente de su amor. En Cristo te lo pido Padre Santo.

    ResponderEliminar
  2. Doy gracias a Dios por encontrarme con esta enseñanza. por estar pendiente de mis necesidades espirituales. Doy gracias a él por ser mi sosten y refugio y ademad doy gracias a aquella mujer que lucho en cristo y darme su ejemplo e inspirarme hacerlo .. les pido a todos mis heRmanos en critos oren y pidan a nuestro padre celestial x todos los matrimonios de hoy en dia en especial por el mio. y gracias por esta hermosa enseñanza.
    Saludos de puyo — ecuador. bendiciones

    ResponderEliminar